España: El Potencial Gigante Energético de Europa
La generación de electricidad alcanzará el 81%, 44 puntos por encima del 37% con el que finalizó 2019, de acuerdo con la última actualización del Plan Nacional de Energía y Clima (PNIEC). Aspira a transformarse también en una de las baterías de Europa y aumentar su exportación de electricidad a los países vecinos, especialmente Francia. Sin embargo, la idea contrasta con los planes de estos y también implica un cambio total en la dinámica de los últimos años.
A pesar del considerable aumento en la capacidad instalada que prevé el PNIEC, el documento presenta un escenario en el que la demanda eléctrica doméstica prácticamente no aumenta: pasa de 235 TWh en 2015 a 238 TWh en 2030. El sistema será más verde y robusto, pero también hay un excedente y un objetivo claramente exportador en el balance eléctrico para el escenario 2023-2030 que detalla el PNIEC.
España, según el plan, multiplicará por cinco sus exportaciones respecto a 2019 o por cuatro si se toma como base un 2020 atípico para la generación eléctrica por estar marcado por la pandemia. En términos absolutos, la idea es pasar de exportar los 11.859 GWh que se enviaron fuera de las fronteras en 2019 a 63.010 GWh en 2030. Incluso si se parte de los datos más recientes publicados por Red Eléctrica, los de 2022, supondría incrementar las exportaciones un 126% y no dejan de ser cifras extraordinarias consecuencia de un problema puntual.
Desde 1990, solo ha habido cinco años –1990, 1991, 2010, 2022 y 2023– en los que España ha exportado a Francia más electricidad de la que ha importado. El balance en este período es de 87,3 TWh enviados y 223 TWh recibidos; es decir, un saldo positivo –entra más electricidad de la que sale– de 135,6 TWh. En los dos últimos años, el país galo tuvo que parar gran parte de su parque nuclear por un problema de corrosión que afectaba a sus reactores. En ese contexto, importó mucha más electricidad española y, de hecho, en verano esto supuso un mayor protagonismo de las centrales de ciclo combinado, ya que las renovables no pudieron asumir toda la carga con la eólica parada en plena hora de calor.
En cualquier caso, el plan que recoge el PNIEC es que España exporte anualmente 63 TWh, lo que supone un 71% de toda la electricidad enviada a Francia en los últimos 33 años. Incluso aunque esta cantidad se reparta entre más países, el envío está limitado a aquellos cercanos geográficamente, así que únicamente se podría sumar a Portugal, Marruecos y Andorra, si bien la demanda de todos ellos es muy inferior.
“Con este grado de penetración de solar fotovoltaica vamos a incurrir en momentos de lo que se conoce como exceso de producción para la demanda que necesitamos y en ese caso la exportación es la única medida”, resume Roberto Gómez-Calvet, profesor de Empresa de la Universidad Europea de Valencia y experto en suministro energético. La otra opción es “tirar la energía, no aprovecharla” y parar los parques para evitar que entre electricidad en exceso, lo que también colapsaría el sistema: “Tan malo es no tener como pasarse”.
Esta es, por tanto, la clave: ¿quién va a importar la electricidad que prevé exportar España? El borrador contempla un saldo neto exportador (exportaciones menos importaciones) de, aproximadamente, 51 TWh en 2030. De estos, explica a EL MUNDO Laureano Álvarez, socio de Monitor Deloitte, 49 TWh van a Francia y 2 TWh a Portugal. “Este plan contrasta con los escenarios publicados por nuestros países vecinos, en particular con Francia que aspiran a un nivel de exportaciones netas de 145 TWh”, advierte Álvarez. “Además, también depende de que la ejecución de ampliación de capacidad entre España y Francia se complete antes de 2030”, detalla.
El gas, no puede recibir la electricidad española porque las redes actuales no permiten que llegue hasta el país, se perdería por el camino. “Si el sur puede vender energía en las horas centrales del día y el norte puede proporcionar eólica por la noche, tendría sentido hacer las autopistas de conexiones vía corriente continua, que son más adecuadas para distancias largas”, concluye el profesor.
Aquí aparece el otro gran obstáculo para lograr el objetivo de exportación: la propia naturaleza de las renovables. O, más concretamente, de la solar fotovoltaica, tan intermitente como la eólica, pero acotada siempre a unas horas concretas de producción. “La exportación es una forma de que otros países aprovechen el recurso renovable, cuando en España no tenemos demanda (o capacidad de almacenamiento) para esa generación”, contextualiza Álvarez.
“La cuestión es que para que ocurra la exportación, por un lado tiene que haber capacidad física para que se pueda llevar la energía (tienen que ejecutarse a tiempo la ampliación de capacidad) y, además, tiene que haber demanda del otro lado de la interconexión (por ejemplo, que no haya a la vez un exceso de generación queriendo exportarse desde ese país al nuestro)”, apunta el experto.
La consecuencia es que España se beneficiará enormemente del sol –la fotovoltaica será la segunda tecnología por generación en 2030, a muy poca distancia de la eólica–, pero sólo lo hará, como es lógico, de día. Si entonces los vecinos no tienen interés en importar electricidad, toda la sobrante se perderá si no se almacena. Según un reciente cálculo de Deloitte, anualmente habrá hasta 25 TWh de vertidos (energía no aprovechada) al año, casi la mitad de lo que se exportaría en ese escenario.
La generación solar y los hábitos de consumo ya producen un fenómeno conocido como curva de pato en el sector, por la forma que tiene la gráfica del precio de la luz. A mitad del día, cuando la producción fotovoltaica es más alta, el precio se desploma porque hay mucha oferta y la demanda es menor. Sin embargo, cuando cae el sol, vuelven a subir los precios.
Es decir, si España vendiese su electricidad a esa hora lo haría a un precio potencialmente inferior e incluso podría darse la posibilidad de que Francia, con mejores conexiones, revendiese después su electricidad más cara al norte de Europa.
ALMACENAMIENTO
Independientemente de lo realista que sea alcanzar los datos de exportación que refleja el PNIEC, hay varias formas de que España gane el órdago renovable que ha lanzado si consigue aprovechar toda la generación verde que va a tener. El almacenamiento, por ejemplo, permitiría trasladar horas, días o meses la producción de la eólica y la fotovoltaica a momentos en los que no hay viento ni sol.
Las baterías son una tecnología cada vez más desarrollada –el sector, eso sí, demanda una regulación específica– para el corto plazo y la turbinación de bombeo aporta la estabilidad de una hidráulica sin verse tan afectada por la sequía. Centrales como Gorona del viento, en El Hierro, sueltan agua para producir electricidad en momentos puntuales y pueden recuperarla con turbinas alimentadas por fuentes renovables para repetir el proceso cuando sea necesario. En el ejemplo canario una central de diésel aporta respaldo y redundancia, pero en la península el sistema es más robusto y podría acudir a sus ciclos combinados, la nuclear o a otras renovables si la estación superior está vacía.
La otra opción es, sencillamente, aumentar el consumo. “Para consumir la electricidad que van a producir las plantas renovables es necesario un mayor crecimiento de la demanda eléctrica”, ilustra Álvarez. Se podría recurrir a nuevos consumos o “atraer industria que aproveche el precio de la electricidad más competitivo en España respecto a otros países europeos, y nuevos consumos como los centros de datos asociados a una mayor digitalización de nuestra economía”. Al mismo tiempo, aboga por “invertir en redes de transporte y distribución eléctrica, que son las arterias del sistema eléctrico que permiten conectar nuevas plantas renovables y los nuevos consumos”.
En cualquier caso, Álvarez recuerda que “la exportación de electricidad no es un objetivo en sí mismo”. Es, detalla, “más bien un resultado de una modelización del sistema eléctrico basado en un crecimiento de la capacidad, evolución de la demanda, escenarios de precios a ambos lados de la frontera y una serie de hipótesis de dicho sistema”. En este sentido, los objetivos del PNIEC –reducir las emisiones, incrementar la eficiencia energética o aumentar el peso de las renovables– se cumplirían aunque no se alcance el hito marcado.
Más información sobre la Energía en Europa y España
En el panorama energético actual, Europa enfrenta desafíos significativos, particularmente en términos de dependencia energética y la urgente necesidad de transitar hacia fuentes más sostenibles. En este contexto, España emerge como un actor clave, posicionándose para convertirse en la «batería de Europa». Este potencial no solo radica en su geografía privilegiada, sino también en una serie de políticas y avances tecnológicos que colocan al país a la vanguardia de la revolución energética.
Ubicación y Recursos Naturales
España cuenta con una ubicación geográfica envidiable para la generación de energía renovable. Su extensa costa y clima soleado la hacen ideal para la energía solar, mientras que su topografía diversa y costas ventosas son perfectas para la energía eólica. Además, España tiene una considerable capacidad para desarrollar otras formas de energía renovable, como la hidroeléctrica, la geotérmica y la biomasa.
Inversiones y Desarrollo Tecnológico
El gobierno español ha reconocido estas ventajas y está invirtiendo significativamente en el desarrollo de infraestructuras de energías renovables. El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) proyecta que para 2030, el 74% de la electricidad del país procederá de fuentes renovables. Esto no solo implica un aumento en la generación de energía verde, sino también una mejora en la eficiencia y la integración de nuevas tecnologías, como el almacenamiento de energía en baterías y la digitalización de la red eléctrica.
Interconexiones y Exportación de Energía
La posición de España como batería de Europa no solo se basa en su capacidad para generar energía renovable, sino también en su potencial para exportarla. Actualmente, las interconexiones eléctricas de España con Francia son limitadas, pero hay planes en marcha para aumentar significativamente esta capacidad. Esto permitiría que el exceso de energía renovable generada en España se distribuya a otros países europeos, contribuyendo así a la seguridad energética y a la sostenibilidad del continente.
Liderazgo en Innovación y Política Energética
España no solo está invirtiendo en infraestructura, sino también en investigación y desarrollo. Empresas españolas están a la vanguardia de la tecnología en energías renovables, incluyendo desarrollos en energía solar fotovoltaica y termosolar, así como en innovaciones en turbinas eólicas. Además, el marco regulatorio y las políticas de incentivos en España están diseñadas para fomentar la inversión en energías limpias, tanto a nivel nacional como internacional.
Desafíos y Futuro
A pesar de su potencial, España enfrenta desafíos en su camino para convertirse en la batería de Europa. La modernización de la red eléctrica, la integración de sistemas de almacenamiento de energía a gran escala, y la mejora de las interconexiones transfronterizas son esenciales para lograr este objetivo. Además, es crucial mantener un equilibrio entre el desarrollo energético y la preservación del medio ambiente.
Conclusión:
España se encuentra en una posición única para liderar la transición energética en Europa. Con su riqueza de recursos naturales, compromiso con la innovación, y políticas progresistas, el país está bien posicionado para convertirse en un centro neurálgico de energía renovable. Al superar los desafíos actuales y fortalecer sus capacidades de exportación, España no solo asegurará su propio futuro energético sostenible, sino que también jugará un papel crucial en la seguridad y sostenibilidad energética de toda Europa.